Özil: calidad contra el tiqui-taca

Özil: calidad contra el tiqui-taca

Jugando el balón, los caminos hacia la portería rival son más cortos. Özil lo demostró cuando saltó al campo a la hora de partido. A pesar de que el Madrid estaba ya con diez, su incorporación por Benzema multiplicó la elaboración de jugadas y complicó la vida al Barça, que hasta ese momento se había paseado con y sin balón por el campo. Özil era el enganche que pedía el equipo a gritos desde el comienzo, como referente por delante del expeditivo Pepe. El Madrid venía siendo puro orden, pero se movía en el filo de la navaja limitando su empuje a lo que exprimiera a base de balón parado o latigazos a la contra. El gol de Villa provocó un urgente giro hacia el plan B y así lo entendió Mourinho.

Özil asumió su papel: aparecer, transportar el balón y lanzarlo a Cristiano y Adebayor. Metió al Barça unos metros atrás, incluso en superioridad numérica. Incomodó a Keita, puso en problemas a Busquets, metió pases sensacionales por banda y también diagonales que fueron creando inseguridad en los azulgrana. El Madrid empezó a creérselo, apretando las tuercas al Barça en cada minuto que pasaba.

En la última media hora, los de Mourinho dieron la mejor cara, en una mezcla explosiva de casta y calidad. Buen fútbol abanderado por el feeling que lleva en sus botas Özil. En este tramo de partido el público disfrutó, identificando al Madrid con su laureada historia. El Barça es un enemigo gigante al que conviene jugarle sin miedo cuando eres tan grande como él. El 5-0 de la ida arrugó al técnico portugués, pero afortunadamente la lección de Özil ha quedado escrita para aplicar en los tres siguientes duelos con los azulgrana. Contra el buen fútbol, sólo cabe buen fútbol.