No existen buenos planes sin buenos jugadores. Mourinho mejoró lo uno y lo otro respecto al Clásico liguero mientras le quedó motor a un equipo lastrado por el sobreesfuerzo del sábado. Adelantando la presión de Pepe y Khedira incomodó más al Barça. Tirando de Özil provocó que descubriéramos que también hay vida con balón. Porque lo verdaderamente censurable del duelo de hace cuatro días en el Bernabéu no fue la falta de valentía sino la falta de pericia de Di María, Benzema y Cristiano Ronaldo. Ayer, durante un tiempo, Özil le dio sentido al Madrid. Sentido y tres pases de gol que se perdieron y pudieron no volver. Dos en los minutos de la depresión de Cristiano Ronaldo. El otro lo mandó Pepe al larguero con un cabezazo de Zarra.

Luego le abandonaron las fuerzas, su punto débil y por donde pierde el hilo de los partidos. Le pasaba en el Werder Bremen, le pasó en el Mundial con Alemania y le sigue pasando en el Madrid. Pero mientras tuvo pulmones, su equipo fue mejor que el Barça por primera vez en mucho tiempo, síntoma inequívoco de que es un futbolistas sobre el que se puede, sin prisas, empezar un proyecto a medio plazo. A Mourinho le queda ahora la complicada tarea de alargar su vida útil en los partidos. Pareció haberlo conseguido en los últimos encuentros de la primera vuelta y en los últimos de la segunda. Su puesta en escena en Santander resultó soberbia. Ahora vuelve a sufrir y convertirse en futbolista de momentos. Que el Madrid sepa aprovecharlos.