El Bernabéu recibirá hoy a los campeones de Copa con orgullo y sin olvidar el paradisíaco momento vivido hace diez días en Valencia. La memoria está para algo. También, las peñas manifestarán su apoyo a Mourinho en un momento tan complicado tras los acontecimientos de la noche de autos del pasado miércoles. Por eso, le pido al portugués que a esta gente que le está mostrando desde el primer día un compromiso incondicional hay que premiarla con una alegría cuya denominación se encierra en dos palabras: buen fútbol.

El madridismo ha recuperado este año ese orgullo del escudo que estaba un tanto extraviado, pero eso es tan cierto como que mis ojos y los de mi curtido padre (el hombre vio las cinco Copas de Europa de la era Di Stéfano y Gento) se han llevado este año dos fiestas inolvidables en Santander y ante el Valencia de Emery. Esos días, el Madrid jugó como los ángeles. El equipo trenzó, hizo caños, paredes y metió goles como churros. Quiero decir con esto que la frustración del miércoles no vino sólo por la expulsión de Pepe sino por el miedo a jugarle al Barça de tú a tú. Mal hecho. El Madrid no debe temer a nadie. Por eso, esta noche, con Higuaín, Kaká y Benzema, seguro que nos vamos a divertir. Mou, piénsalo.