Un Atlético que no sea un club menor

Un Atlético que no sea un club menor

Primero fue Forlán, el año pasado, Godín; ahora interesa Borja Valero, pero los tiros dicen que apuntan a Nilmar si hay que desestimar a Osvaldo por ser demasiado caro. O sea, el Atlético se fija en el Villarreal, que desde luego es un buen espejo en el que mirarse para que de una vez por todas el Atlético sea un equipo, no lo que ha sido en los últimos meses. Si un día faltaba Agüero, todos a temblar; si al siguiente tampoco estaba De Gea, la catarsis. Lo que habría que empezar a hacer en el Atlético es formar una plantilla capaz de competir con los que ahora son los rivales directos: Valencia, Sevilla o el mismo Villarreal, que han sido capaces de reconstruirse pese a que hayan tenido que desprenderse de jugadores importantes, sobre todo en el caso del Valencia, que el año pasado se quedó sin Villa y sin Silva y no se ha resentido apenas. Hay proyecto y equipo.

La tragedia en el Atlético es que se va Agüero y también De Gea, santo y seña de la afición. El goleador (sigue Forlán, que lo ha sido las dos temporadas anteriores) y el portero. Pero de Joel hablan maravillas y está Asenjo. Si se quiere empezar la casa por el tejado, es decir, el goleador, han de acertar y la afición se entregará al que sustituya a Agüero. Así ha sido desde siempre. Se retiró Gárate, un dios para los atléticos, y llegó Rubén Cano, que le pegaba con canilla, pero metía muchos goles. Después vino Hugo, y tras Da Silva, Cabrera y Salinas, Baltazar (35 tantos en una Liga), al que siguió Manolo, que fue pichichi, y sucesivamente Luis García, Kiko, Penev, Esnáider, Vieri (24 tantos en su temporada), Hasselbaink (otros 24). Torres y Agüero, con Forlán. Los últimos ídolos han dicho adiós porque el Atlético se les queda chico. Que no se le quede más a nadie.