¡Uruguayo, que te vaya bonito! ¡Bienvenido Adrián!

¡Uruguayo, que te vaya bonito! ¡Bienvenido Adrián!

Uruguayo, uruguayo, uruguayo!", cantaban ayer conocidos míos atléticos tras acabar la rueda de prensa Diego Forlán. Estos aficionados colchoneros, que son del sector A, piensan que el goleador merecía un homenaje mayor por su trayectoria, en la que ensalzan su honestidad, sinceridad y profesionalidad. Diego, con sus actuaciones, tiene ya escrita una página importante en la historia rojiblanca. Pero también hay otros atléticos, los del sector B, tan respetables como mis amigos, que lo despiden como a un trabajador 10, un empleado que cumplió con su empresa, pero al que, como el propio uruguayo repitió, estos aficionados no querían tirar de hipocresía y no querían besarle la cara en su adiós como lo harían a un chaval que hubiera desarrollado (en Cotorruelo, Orcasitas o el Cerro del Espino) el gen atlético.

Futbolísticamente, a pesar de que pienso que Forlán aún nos podría dar muchas tardes de alegría, su traspaso es beneficioso para todas las partes. Una mala gestión la temporada pasada (desconozco quién fue el culpable) y algunas manifestaciones provocaron una fisura que, por desgaste, desunió al rubio con un sector atlético. Que te vaya bonito Diego en tu periplo italiano.

En la actualidad deportiva todavía revolotea por el Calderón el tránsfer de Falcao. En el fútbol somos muy dados a echar más de menos las ausencias que las presencias, pero es cierto que las continuas llegadas atléticas ante Osasuna hicieron protagonista al colombiano. Y eso que Adrián tiene grandísimos detalles, más de complemento que de referente. Al asturiano le gusta más crear y asistir que esperar su oportunidad para rematar. Entiendo el optimismo y el enamoramiento con un excelente Sílvio porque desde Delfín Geli no veía con la rojiblanca a un lateral con tan buena pinta.