Toni y el derecho a ser inocente

Toni y el derecho a ser inocente

Compongan un mapa de porteros conocidos y con la curiosa excepción del mejor, Casillas, descubrirán a una manada de tipos desconfiados, excéntricos capos de vestuario, hombres que, más que por sus méritos, sobrevivieron a las críticas dominando al entorno. Toni Doblas no. Toni es buena gente. Sus paradas ya deberían haberle hecho fijo en algún club mediano de Primera, pero este verano se vio obligado a volver a Segunda, a Jerez. Allí, en Chapín, se había ganado hace ya ocho años el derecho a darle al Betis una Copa y una clasificación para la Champions, a ascender al Zaragoza primero y salvarlo después. Siempre pensando en sus compañeros antes que en la grada, con su mejor virtud: anteponer lo humano a lo profesional.

Esa condición, que no le ha ayudado en su carrera, le permite ahora salir airoso de la fortuita desgracia del lunes. La España futbolística sabe a ciencia cierta que el portero de Bellavista acudió al envite con Ion Vélez sin pensar un momento en dañar al rival, sólo con la desesperación de salvar el empate. Creemos ciegamente en su inocencia. Es algo que Toni se ha ganado: por buena gente también.