Otro acento, el mismo apoyo

Otro acento, el mismo apoyo

Fue Martín Tello quien me encargó seguir al Partizán en sus partidos de casa. No necesitaba pasaporte, sería un enviado especial sin más vuelos que tomar que la carretera de Toledo. En veinte minutos, yo, entonces debutante en baloncesto del Diario AS, escribiría las crónicas de aquel equipo serbio que por la guerra en los Balcanes jugaría sus partidos como local en Fuenlabrada.

En esos meses, la afición del Fernando Martín se volcó con el equipo. Era un grito unánime desde la grada, un Partizán en el que la 'z' sonaba a Zamora y no a esa especie de 's', casi un vuelo de moscardón, con el que se pronuncia en Belgrado. A Djordjevic, Dragutinovic, Loncar, Danilovic o Rebraca les daba igual, sabían que tras cada canasta suya llegaba la ovación. También a Obradovic (31 años), a quien el mítico Kicanovic eligió como cerebro de una plantilla que se despidió del Fernando Martín con la pancarta "Gracias, Fuenlabrada". Luego llegaría la Final Four y aquel triple de Djordjevic. Fue hace veinte años, cuando aquellos serbios de dos metros no sabían dónde quedaba Fuenlabrada. Cuando Martín Tello no sabía que enviaba al becario a cubrir al futuro campeón. ¿O sí?