Cuando ser presidenta es una rareza

Cuando ser presidenta es una rareza

Ver a una mujer en un puesto directivo en el deporte español sigue siendo, por desgracia, algo complicado. Pero ver a una mujer dirigiendo en nuestro país a un equipo masculino de fútbol es una rareza. La presencia de Susana Duque, al mando del Recreativo, y la de otras siete mujeres presidentas en Segunda B y Tercera, es una buena noticia. Teniendo en cuenta que en España hay 483 clubes masculinos, entre Primera, Segunda, Segunda B y Tercera, la cifra se convierte en testimonial: sólo el 1,6% de los presidentes de fútbol masculino en estas categorías son mujeres. Y sólo una, Lola Romero, preside un club de fútbol femenino de la máxima categoría, el Atlético.

Las mujeres presidentas han ido dejando huella. Ana Urkijo culminó en el Athletic una lenta reivindicación en un club donde las mujeres no pudieron ser socias ni votar hasta los 70 y estuvieron vetadas en el palco hasta los 80. El fútbol reclama más presencia femenina, en la misma medida en la que la mujer gana peso en el fútbol. Lo confirman datos como que casi el 30% de los socios de clubes de Primera son mujeres y que éstas cada vez juegan más al fútbol: 29 millones en el mundo. Con esta realidad, sorprende la nula presencia de la mujer en órganos de gobierno de la Federación Española de Fútbol y en la presidencia de las territoriales. Las mujeres del fútbol pelean su sitio. No quieren que les regalen nada, pero tampoco que les pongan trabas sólo por ser mujeres.