La Copa es la gran fiesta del baloncesto español y un premio muy prestigioso que contrasta con otros trofeos absurdos que otorga últimamente la ACB. Por aquello del márketing se dan toda clase de premios semanales (ya sólo falta al mejor estornudo de la jornada) lo cual desvirtúa los que realmente tienen importancia como el de jugador del mes. Otro premio poco razonable es el que la AEEB da al teórico mejor técnico del mes para lo cual se miran las victorias, por aquello de no herir susceptibilidades.

Está claro, no obstante, que tanto o más méritos que los entrenadores de los equipos poderosos tienen este año Txus Vidorreta (Lucentum), Sito Alonso (Lagun Aro) y, especialmente, Porfirio Fisac, que está reeditando en Fuenlabrada los milagros con los que asombró en Valladolid. Cualquiera de ellos merecería el bombazo y dejar a los colosos de Euroliga con un palmo de narices. Aparte de eso, el gran momento del Real Madrid y el ligero bajón del Barcelona dejan el título de Copa más abierto que nunca.