Quedan diez peldaños más

Quedan diez peldaños más

El Zaragoza subió en Cornellá el primer peldaño de la larga escalera de la esperanza, lo que debería servirle, como mínimo, para ponerle una sonrisa a la muerte y empezar a desterrar ese pánico futbolístico que ha venido invadiendo a su vestuario desde hace cuatro meses. El panorama ciertamente continúa dificilísimo, pero un hilo de luz se ha colado entre tanta tiniebla y habrá que agarrarse a él con uñas y dientes. A partir de aquí, las cuentas están muy claras: quedan 16 partidos de Liga y hay que ganar diez. O dicho de otra forma, sumar 30 puntos más para llegar a 45, los mismos que se sumaron el curso pasado. Una empresa titánica pocas veces vista, pero a la que no queda otra que encomendarse mientras las matemáticas no la nieguen.

Al Zaragoza le quedan nueve partidos como local, por lo que la salvación está en casa. El problema principal, más allá del descuelgue de diez puntos sobre la frontera de la permanencia, es que al equipo no le alcanza de ninguna manera para llevar la iniciativa en el juego, y para ganar los partidos de La Romareda no le va a quedar otro remedio que asumir sin complejos y sin miedo ese reto. Frente al Villarreal, el Atlético o el Barça, el Zaragoza podrá armarse atrás y plantear un partido a la contra, pero eso no va a ser posible con el resto de visitantes, que vendrán con el autobús y plantearán un duelo de desgaste. Apoño y Rúben Micael, los dos jugadores con más fútbol del grupo, se antojan decisivos. De su aportación va a depender en gran medida este milagro.