El penalti más ético del mundo

El penalti más ético del mundo

Antes de que nos invadiesen las estadísticas, fallar un penalti era la vergüenza del buen goleador. Todavía resuenan ecos contra Cristiano por no alegrarse del gol de su compañero Benzema al rechace del penalti que paró Diego Alves, y tras el cual no ha vuelto a errar una pena máxima, dispuesto a batir el récord de Koeman. Aquel enfado consigo mismo se confundió (un malicioso triunfo de la corrección política) con una negativa a alegrarse por el equipo. Egoísmo, se dijo entonces. Pamplinas.

Mi padre, el espanyolista Rafa Marañón, primer español en ese ranking de lanzadores infalibles, no olvida la tarde de 1981 que Zubeldia, portero del Zaragoza, desbarató su 24º gol seguido desde los 11 metros. Recordará siempre su cabreo. Y eso que, como el portugués, hizo lo menos malo: tirarlo de manera que Roberto Martínez (otro perico, otro padre de periodista) cazó el rebote. Es bueno recordarlo estos días en que se reivindica una estampa más generosa de Cristiano. Por si vuelve a fallar y se le ocurre no alegrarse.