El insecticida del mosquito del Calderón

El insecticida del mosquito del Calderón

Tras consumarse el fichaje de Adrián por el Atlético de Madrid debo de reconocer que las reticencias ganaron a las ilusiones por la nueva incorporación. Cuando lo vi vestido de rojiblanco, un vistazo a la hemeroteca me hizo presagiar que sería una víctima más del mosquito del Calderón, ese insecto que pica a futbolistas que llegan al Atlético avalados por sus grandes méritos en otros conjuntos a quienes la picadura de ese bichito les debilita y les merma el rendimiento que se esperaba cuando se les fichó. Adrián, que venía de hacer un gran Europeo Sub-21, llegaba tras haber cuajado una buena temporada en el Depor, pero dejando dudas sobre su continuidad y sobre si tendría carácter para ser capaz de acallar en una jugada al aficionado que un minuto antes le recriminaba su jugueteo con la indolencia y esa mirada distraída como si el partido fuese algo secundario. Eso me hizo adivinarle como una víctima fácil para el mosquito del Calderón, que picó hasta un futbolista como Valerón, quien lejos del Manzanares fue el mejor jugador español en la media punta (Flaco, ¡sabes lo que te admiro y te aprecio!)

Adrián ha pasado por esas tierras movedizas donde cayeron tantos con una naturalidad pasmosa. Desde que pisó el Calderón, ha jugado sin miedo y enseñando un catálogo lleno de movimientos, pases y recursos técnicos impregnados de Matamosquitos Raid, que alejaron al mosquito del Manzanares y me dieron una lección de que no hay que guiarse por las apariencias. El asturiano debe seguir en esta línea asistiendo con el balón a Falcao y en lo físico a los dos del medio, facilitando su labor. El proyecto de jugadorazo va cogiendo forma y, con los consejos del Cholo y los pilares físicos del Profe Ortega, puede acabar en forma de crack.