Pepe, un gran central bajo la fiera

Pepe, un gran central bajo la fiera

Buen día para el Madrid y gran día para Pepe, lo que explica que la calidad va por un lado y la mala reputación, ganada a pulso y con insólita reincidencia, por el otro. Ayer, incluso, se llevó un codazo alevoso de Godín sin réplica ni interpretación teatral. De haberse producido la agresión en sentido contrario el caso habría acabado en juicio. Y es que en esto también cuentan los antecedentes. Pepe es un central fantástico encerrado en un carácter diabólico. Tiene buen juego aéreo, notable salida de balón (nadie se hubiera atrevido a colocarle esporádicamente de mediocentro si tuviese pies de madera) y una rapidez difícil de encontrar entre los de su oficio. Virtudes que oculta, insensatamente, con reacciones violentísimas e inexplicables.

A yer, en cambio, afloró su mejor perfil en un partido a vida o muerte y ante un delantero de enorme tamaño, Falcao. También frente al Valencia, aguantándole varios sprints a Piatti, uno de los velocistas del campeonato, aunque a primera página acabase llevándole el zapatazo a ciegas en la rodilla de Arbeloa, víctima del fuego amigo. Sospecho que si desde dentro del club no le hubiesen reído las gracias no se habría extraviado en peleas de bar un estupendo defensa. Necesitaba un exorcista más que un entrenador o un presidente y no apareció. La falta de reproches acabó por envalentonarle. Ahora es un soberbio jugador marcado, obligado a un comportamiento modélico incluso para la hinchada del Madrid. Donde antes puso los tacos ahora ha de poner la otra mejilla.