Guardiola sabe de dónde se va

Guardiola sabe de dónde se va

Pep Guardiola ha hecho una gran historia en el Barça porque es un aficionado culé que anima su entusiasmo con la inteligencia y el buen ojo para el fútbol. Ahora lo hereda Tito Vilanova, cuyo buen ojo para el fútbol ha sido apreciado por entrenadores de mucho prestigio en el mundo. Antes que nadie, lo aprecia Guardiola. Un aficionado que sustituye a otro aficionado: el fútbol necesita de ese sedimento, la pasión no circunstancial, el apego a los colores; de eso ha dado prueba Guardiola, de eso ha dado prueba Tito. Y de eso nace el acto de ayer, quizá el más barcelonista de los que ha protagonizado el ahora exentrenador.

Detrás de esta renuncia hay una larga historia que Guardiola resumió ayer con una sencillez emocionante. Él es el tercer entrenador que más partidos ha disputado desde el banquillo, de modo que conoce por dentro y desde la banda las tribulaciones del club al que está abrazado. Por tanto, sabe de dónde se va, pero en esa frase que parece el titular de un aprecio hay también un reproche latente que tiene que ver con el fútbol como institución, pero también con el fútbol como contingencia. La institución te usa mientras te quiere, y al graderío le pasa lo mismo. Quien lo probó lo sabe. Cuando dejó el Barça siendo aún un futbolista en activo, sabía que se estaba yendo de un club en el que a veces caen los cuchillos cuadrados, y no sólo en los despachos, sino también en la grada. "Estos que me aplauden hoy mañana me gritarán para que me vaya". Eso dijo entonces, y ayer, en la rueda de prensa más sosegada que haya tenido nunca, vino a decir lo mismo. Le quieren, claro, es lo que merece, pero hay un momento en que el filamento empieza a deteriorarse, y la institución (el escudo, la camiseta, aparte de la historia y de las personas) precisa de un recambio natural, sosegado y posible. No hacía falta que lo dijeran ni Rosell ni Zubizarreta, pero el nuevo entrenador llega con la marca de Pep, y esa es una garantía que significa una gratitud máxima del que se va hacia el que viene. Con menos palabras no se puede decir gracias.

Me fijé en la mirada de Cesc mientras habla Pep. Respeto, agradecimiento, atención, reconocimiento. Esas gracias a Tito eran gracias a Pep en esa mirada de quien regresó al Barça, en cierto modo como Guardiola, a cerrar un círculo., y a ser, quizá, un Pep de los nuevos tiempos. Pep sabe de dónde se va, y ahora es más fácil que nunca que regrese porque no se está yendo.