Clos vibró con Nayim

Clos vibró con Nayim

El Madrid vino a Los Cármenes a jugar el partido, no a disputarlo. Se dejó en casa la voracidad de siempre y se dejó llevar. El partido ni le iba ni le venía. Fue elegante y respetuoso. Ya sea por su amigo Martins o por no herir a una afición necesitada, Cristiano se mojó las ganas en el café y renunció a la carrera por el Pichichi. Ni un eslalon, ni un chut. Hasta Callejón pareció retirar el pie. Pero la presión se fue comiendo al Granada, que se autodestruyó al final y acabó convertido en un saco de insultos y nervios. No sé si es penalti, pero Moisés no debió dar a Clos ni un solo motivo para pitarlo. Lo de Clos es otra historia. Nadie concibe que pite aquí un zaragocista del mismo modo que anoche no puede pitar en La Romareda un granadinista.

Antes que árbitro, Clos Gómez es persona y se fue a celebrar a la Pilarica el gol de Nayim, y su padre le relataba las hazañas de Los Magníficos cuando el pequeño Clos fantaseaba con ser futbolista del Zaragoza.