Cousteau, el hombre del gorro rojo

Se cumplen ahora quince años de la desaparición de un hombre imprescindible, uno de esos tipos "peligrosos", como definió Lawrence de Arabia a esos soñadores que sueñan despiertos porque son capaces de hacer realidad sus sueños. Bastaría ver la foto de su rostro enjuto y surcado de profundas arrugas, sonriente, coronado por un gorro de lana rojo para que todos identificásemos a Jean Jaques Cousteau. Un personaje mundialmente reconocido por su centenar largo de documentales dedicados a la vida que bulle bajo las aguas de nuestro planeta. Él fue quien nos abrió las ventanas a los abismos subacuáticos para que nos asomásemos a ellos sin miedo.

Pero antes de iniciar esa brillante carrera como documentalista (ganó un Oscar con Mundo silencioso en 1956), a Cousteau hay que agradecerle aportaciones como la escafandra autónoma que ofreció definitivamente libertad a los buceadores. Ese universo, líquido y desconocido, fue su pasión más firme y le dedicó su vida entera, no sólo su trabajo fílmico sino un denodado esfuerzo para su protección que sólo cesó con su muerte. "Sólo se cuida lo que se ama", dijo en una ocasión, y todo su trabajo estuvo centrado en conseguir que conociésemos y amásemos ese universo y así lograr que nos concienciáramos de la vital importancia de su conservación. Ya no quedan tipos así.

Cousteau pertenecía a esa estirpe de divulgadores apasionados y llenos de talento que, como nuestro malogrado Félix Rodríguez de la Fuente o el británico David Attenborough, supieron convertir sus documentales en banderines de enganche a favor de la Naturaleza, ajenos al sensacionalismo de los realyties al aire libre que hoy arrasan en las pantallas, protagonizados por tipos de dudoso equilibrio emocional molestando a animales hasta conseguir que les muerdan. Todo es banal, no se pretende transmitir ni conocimiento ni sensibilidad con la Naturaleza.

Estos creadores, de los que aprendí mucho, nos ayudaron a comprender mejor nuestro entorno y la necesidad de protegerlo. A sus 86 años Attenborough todavía lo hace en la BBC, y sin embargo nuestra televisión pública ha fulminado todo lo que huele a cultura y documental. En eso, y tantas cosas, seguimos siendo diferentes. Cuando el ecologismo ni siquiera era una idea, Cousteau ya hablaba de los riesgos nucleares, la sobreexplotación de la pesca o el cambio climático. Abrió un camino que está en nuestras manos continuar. Nos va en ello nuestro hogar en el universo.