El abanderado Nadal sigue la senda de sus rivales: Federer y Djokovic

El abanderado Nadal sigue la senda de sus rivales: Federer y Djokovic

Le precedieron. El suizo Roger Federer y el serbio Novak Djokovic, números uno y dos del ránking de la ATP (Asociación de Tenistas Profesionales), han precedido a Rafa Nadal en el honor de abanderar a sus países. Federer lo hizo en Atenas 2004 y Pekín 2008 y le han ofrecido volver a llevar la enseña roja con la cruz blanca en Londres, pero ha rehusado para no acaparar excesivamente el puesto. Djokovic encabezó a su equipo en la edición olímpica de la capital china.

Grecia lidera. El primer país en salir a la pista del Estadio Olímpico, con su abanderado al frente, es Grecia, en reconocimiento a que fue quien creó los Juegos Olímpicos. El ritual se inició en Amsterdam 1928, edición que también pasó a la historia porque fue en la que debutaron las mujeres atletas y porque la ceremonia inaugural se transmitió por primera vez en directo por la radio. El último país en desfilar es el anfitrión. Los demás, por orden alfabético.

En calzoncillos. La Ceremonia Inaugural de Roma 1960 comenzó con retraso, con los equipos y sus abanderados esperando en la calle, fuera del estadio. Pero los aficionados tuvieron la ocasión de divertirse. Saltó a la pista un espontáneo y dio casi una vuelta a la pista, como si fuera un corredor de 400 metros, pero ataviado sólo con unos calzoncillos. Le persiguieron unos carabinieri, pero eran menos rápidos y no consiguieron darle caza. Volvió a la grada y se perdió entre la multitud.

Straking. Más atrevimiento mostró en Montreal 1976 otro espontáneo, que saltó a la pista sin ni siquiera calzoncillos, aunque, eso sí, con una generosa barba negra. Esta vez la policía canadiense, se ve que más veloz que los carabinieri, sí logró darle caza. Fue el debut deportivo de una moda, el straking, nacido en universidades estadounidenses y británicas, que consistía en correr desnudo en lugares públicos.

Ángel de la Paz. La nota erótica y pacifista, más amable, ya la había puesto en Helsinki 1952 una alemana de 28 años llamada Barbara Rotraut-Pleyel, que ante abanderados, deportistas, público y directivos, y poco después de encenderse el pebetero, apareció corriendo con un vestido con velos blancos y transparentes que dejaban admirar su bella silueta. Se dirigía hacia el micrófono desde el que se pronunciaban los discursos, pero fue detenida a tiempo. Los guardias finlandeses también eran más veloces que los carabinieri, según se ve. Quería reivindicar la unión de las dos Alemanias. Se despidió a los responsables de seguridad.