Usain Bolt, el trono y Michael Phelps

Usain Bolt, el trono y Michael Phelps

Esta noche, final masculina de los 100 metros lisos, la prueba estelar del programa olímpico para muchos. Y a ella concurrirá, salvo bomba en semifinales, Usain Bolt, el hombre de los anteriores Juegos, el espécimen humano mejor dotado para la velocidad pedestre del que nunca se ha tenido noticia. Su desempeño en Pekín fue prodigioso, se agotaron los elogios. Aquí viene, dicen, algo mermado y varios se le quieren subir a las barbas: Blake, Powell, Gay y Bailey. Será a las 22:50. Una final apasionante, en la que estos hombres capaces de rebasar los 40 kilómetros por hora a golpe de calcetín se disputarán nobles metales.

¿Ganará Bolt? Puede ser, muchos lo esperan, a pesar de todo. ¿Repetirá en 200? Puede ser también, y que gane, y que a esas medallas sume los relevos de Jamaica. Pero lo que ya parece difícil es que estos vuelvan a ser sus Juegos. En el trono que él ocupó en Pekín se ha sentado ahora Michael Phelps, que en Londres no ha hecho tanto como en Juegos anteriores pero sí lo suficiente para acumular un balance total de 22 medallas, 18 ellas de oro. Seis de esas medallas las ha conseguido aquí, la última ayer, pero no es por eso por lo que merece el trono, sino por la formidable suma final de 22, que completó ayer.

"Ahí queda eso", puede decir, y ponerse cómodo esta noche para ver la carrera de Bolt. "No puede decirse que sea el mejor deportista olímpico de la historia", dijo Sebastian Coe, con el deje de un cierto recelo entre los dos grandes deportes olímpicos, natación y atletismo. El tercero sería la gimnasia, que hasta ahora tenía el récord con las 18 medallas de Larisa Latynina entre Melbourne, Roma y Tokio. Era ucraniana, huérfana de la Guerra Mundial, competía por la URSS. Su récord databa de 1964. ¿Cuánto durará el de Phelps? Aunque a Coe no le entusiasme, el chico de Baltimore ha entrado en el Olimpo.