¡Qué suerte vivir en esta época!

¡Qué suerte vivir en esta época!

Qué se puede decir de Usain Bolt, un hombre de 1,96 metros de estatura que es capaz de alcanzar velocidades punta de 45 kilómetros por hora a lo largo de una carrera de 100 metros? ¿Qué se puede decir de un jamaicano que enamora a los aficionados ya antes de correr, por sus bromas, por su mímica, por su alegría caribeña? ¿Qué se puede decir de un velocista que recorre ese hectómetro en 41 zancadas, con un promedio de 2,43 de longitud cada una de ellas y un máximo que puede sobrepasar los 2,70? ¿Qué se puede decir de un hombre que deleita a todos tras sus victorias, que encandila a los fotógrafos, que divierte hasta a los rivales? ¿Qué se puede decir de un deportista que da un retorno de publicidad de hasta un 250 por ciento?

Pues se puede decir que el chico de Trelawny, en Jamaica, antigua isla de piratas, ha nacido para correr y para dar espectáculo. Se puede decir que allí donde va nadie puede acompañarle, porque nadie aguanta su velocidad. Se puede decir que, a los 25 años, todavía tiene límites que romper, aunque sus récords parezcan insuperables. Y se puede decir que está marcando una era en el deporte y que somos afortunados por coincidir con él en esta época.