Bolt corre contra lo imposible

Bolt corre contra lo imposible

Al que esto firma, que era enviado especial del Diario AS en los Juegos Olímpicos de Atlanta, se le erizó la piel cuando Michael Johnson, el 'Expreso de Waco', corrió los 200 metros en 19.32. ¡Parecía imposible! Todavía no había salido de mi estupor, compartido con 60.000 espectadores, cuando se acercó mi admirado colega Carlos Toro. Me miró y me dijo algo así: "¡Después de ver esto, ya me puedo morir!". En aquella carrera fue segundo el namibio Frankie Fredericks, con 19.68. El ahora miembro del COI se convertía en el segundo hombre más rápido de la historia. Pero nadie le hizo el menor caso. Discretamente, desapareció por el túnel de atletas. A Carlos, a mí y a todos nos pareció que la galopada fulgurante de Johnson era insuperable.

Pero es que entonces, claro, no sabíamos que por las calles de Kingston, en la pobre Jamaica, correteaba un chavalín de diez años que se llamaba Usain Bolt. Probablemente él tampoco sabía que había un estadounidense llamado Michael Johnson. O tal vez sí. Ese chiquillo, que seguramente era ya alto y algo gamberrete, iba a ser quien, doce años después, en los Juegos de Pekín 2008, iba a enviar al baúl de los recuerdos aquellos imposibles 19.32 del texano. Récord (19.30), pero por poco. Nos volvimos a asombrar, pero no sabíamos lo que nos esperaba, porque en los Mundiales de Berlín del año siguiente Usain lo destrozó todo con otros imposibles 19.19. La capacidad de asombro ya está agotada, pero yo creo que hoy vamos a ver otro imposible, porque para Bolt no hay fronteras.