Hace diez años, en Kingston...

Hace diez años, en Kingston...

Erase una vez un Campeonato Mundial de la categoría júnior, que se celebró en Kingston, la peligrosa capital de Jamaica, la Isla de la Velocidad, hace ahora diez años. Una competición reservada para menores de 20 años. En esas competiciones están las estrellas del futuro. Brillan aún con luz pálida, pero muchos de ellos deslumbrarán después. Y érase una vez un chico que tenía quince años y que ganó los 200 metros en un tiempo extraordinario para esa edad de 20.61. Corrió por la calle tres. Era el 19 de julio de 2002.

El chico se llamaba Usain Bolt y, además de correr como un guepardo cachorro, mostraba una alegría infinita e insinuaba los gestos que ahora deleitan al público y a los fotógrafos. El ojeador en Kingston de Puma, la marca de material deportivo, telefoneó urgentemente a la sede central de Alemania y vino a decir algo como esto: "Hay aquí un chico jamaicano que, además de correr maravillosamente, da un buen espectáculo". Le hicieron un contrato pequeño, que fue creciendo con el paso del tiempo, porque el pequeño resplandor de aquel chaval acabó convirtiéndose en un Relámpago. Ayer ganó su quinto oro olímpico, aunque no batiera el récord mundial. El ojeador era un lince.