Mejora sin ninguna puntería

Mejora sin ninguna puntería

El Zaragoza dejó un partido más que digno en Mestalla y se cargó de méritos para un resultado mejor, pongamos un empate. Pero su ineficacia, su falta de acierto, le condenaron a su cuarta derrota de la temporada. El Valencia, que está ahora mismo para muy pocos cohetes, fue el reverso de la moneda: escaso fútbol y pegada oportuna, la justa para solucionar el partido. En la primera parte remató sólo una vez e hizo diana. El Zaragoza, antes y después del descanso, disparó a puerta más que nunca en los últimos cuatro o cinco años, pero se fue de vacío en todos los órdenes: sin goles ni puntos. El gol lo es todo y lo cambia todo en el fútbol, y el equipo aragonés anda muy escaso de artillería y no tiene, precisamente, la muralla china en su defensa, donde Paredes siempre hace una de las suyas. Con nueve remates a puerta se debe ganar o empatar. Nunca perder.

Sin embargo, la decepción por la derrota no debe ocultar la sustancial mejora en Valencia del Zaragoza, al que se le vio más valiente y con un fútbol más combinativo. Brillaron otra vez Víctor Rodríguez -impresionante su disparo al larguero- y Montañés. Emergió Apoño y de medio campo hacia arriba, si se exceptúa a Romaric, que sigue sin estar, al equipo se le vio más suelto y fluido. Cualquier paso en esa dirección siempre debe ser bien recibido.