No pasará otro tren

No pasará otro tren

De repente, se abre un claro en el horizonte de Kaká. En lo que va del miércoles a hoy marcó tres goles en el Trofeo Bernabéu, volvió a llamarle Brasil, Florentino defendió su rentabilidad en la Asamblea con la habilidad de Garrincha y Mourinho, para probar que las crisis de fe no son eternas, le premió con los primeros minutos oficiales. Todo con Özil, su tapón natural, en franca recesión. La pelota vuelve a estar en sus pies cuando parecía andar al otro lado del campo.

Anoche entró muy a favor de obra, arma de doble filo, porque si ayuda a coger el tono la falta de drama, perjudica que el público no le dé importancia a la faena. Ayer sucedió lo segundo. Kaká se mostró correcto y comprometido, con ese esmero en la presión que tanto agrada al público. Dejó un buen pase que Cristiano no aprovechó y un remate sin colocación que le detuvo Aranzubía. Buenos detalles, pero ya no puede vivir de eso. Ahora sólo le salva echar la puerta abajo.