Cuando el fútbol echa una mano a quien se busca la vida

Cuando el fútbol echa una mano a quien se busca la vida

Oleg, el ucraniano. Yuri Semin despedido, Blokhin depositario de la fe ucrania. Tanta historia del Dinamo de Kiev como el escudo: 432 partidos, 211 goles, 8 ligas, 5 copas, una Supercopa de Europa y el Balón de Oro en el 75. En 2006, era el seleccionador y dijo: "Cuantos más ucranianos jueguen en la liga, más ejemplos habrá para los jóvenes. Que aprendan de Shevchenko, no de un Zumba-Bumba al que encontraron en un árbol, le dieron dos bananas y ahora juega aquí". En la Euro 2012 también estaba en el cargo y la imagen del país en entredicho por gritos racistas en los estadios. El discurso cambió: "En Ucrania no hay racismo. Yo no soy racista". Olímpico de Kiev. Minuto 81. Raffael marca y da la victoria al Dinamo contra el Zorya Luhansk. A Oleg, el delantero brasileño le ha arreglado el debut.

El pequeño faraón. El sustento de Allegri en el banquillo rossonero tiene nacionalidad egipcia, aunque nació en Italia. Stephan El Shaarawy ha marcado cuatro de los siete goles del Milán en siete partidos. Llegó del Genoa para llenar banquillo y él feliz. Puede jugar en punta o como segundo delantero. Ahora es titular y ya le ha llamado la selección italiana. Joven y comprometido, dio una charla en un instituto. 'No te metas un gol en propia meta', una campaña para fomentar hábitos saludables. Sólo un hace un año él se sentaba en uno de esos pupitres. Una más: aferrado a sus orígenes, volvió con su madre, Lucía, y su padre, Sabri, al campo de Corso Svizzera 167 en Legino. Regaló un desfibrilador al club en el que jugó hasta los 14 años. El Milán también ha tenido un detalle con él, la renovación hasta 2017.

De Gijón al cielo. Una foto de Gijón ocupaba la puerta de la lavandería del Constant Vanden Stock, el estadio del Anderlecht. "Hace tres años la abrimos", me contaba la mujer. Elena sacaba de la lavadora la ropa del entrenamiento. Lete ponía el nombre en una camiseta gigante: Lukaku. "Fíjate, 16 años tiene el chaval y calza un 49". Cuando emigraron en busca de trabajo, a Lete se le hizo difícil renunciar a su pasión, el fútbol, "porque allí iba siempre a El Molinón". Siguió yendo al fútbol y el estadio acabó siendo su casa. "Vivimos aquí, la casa es parte del edificio". La grada ya no es naranja, este año ha vuelto al violeta y blanco y Lete, allá donde esté, seguro animará a su Anderlecht.