Y antes ser tercero era poco...

Y antes ser tercero era poco...

Sólo la portería se salva ahora mismo de un análisis a este equipo al que con Unai casi se le exigía ganar en Camp Nou y Bernabéu y en el que ser terceros sabía a poco. Hasta Llorente en un alarde de populismo imprudente fijó el objetivo en ser campeones. Unai pagó el precio de las parejas: el desgaste de la convivencia. Su cuarto año fue como una lucha contra la incomprensión y tuvo que irse a Rusia después de ser tercero, semifinalista de Copa, de la Europa League y tres años seguidos en Champions. Eso no se valoró y casi se ridiculizó por quienes no pisan tierra y crearon unas falsas expectativas transformando en fracaso lo que era de notable.

Este Valencia, que quiere jugar a lo mismo que Unai, con alguna precaución más defensiva, es un puzzle desordenado y sin alma, en el tránsito a Pellegrino. Pero sobre todo porque es mantequilla por atrás (los centrales dan pena y Cissokho ha hecho más grande a Mathieu). Por el centro está ciego; ayer incluso con Gago, que es el tuerto en el país de los ciegos. En las bandas sólo Feghouli se salva y arriba el único que resiste es Jonas porque Soldado está desquiciado. Menos mal que el presidente no le siega la hierba bajo los pies cada dos por tres a "su" Pellegrino, después de un partido con declaraciones de forofo.