Mata e Iniesta, los pupilos de don Vicente, de excursión a Wembley

Mata e Iniesta, los pupilos de don Vicente, de excursión a Wembley

Racionalizar bondad. Cuando aterrizó "el cerdo volando por encima del Bernabéu" del 'cachondo' de Toshack llegó al banquillo un ojeador de la casa de aspecto bonachón. Sin mucho que ver con el espigado centrocampista setentero blanco. Tercera experiencia al frente del Madrid. "¿Este no es el del 0-5 al Athletic, cuando echaron a Valdano?". "Estuvo un par de meses antes, ¿no?", pensaron los aficionados. ¿Quién no conoce hoy a Del Bosque? Nadie ha conseguido una Euro, un Mundial y dos Champions. El fútbol, cuando quiere, sí es justo. Heredó un proyecto y mantiene el sello, con nueve y sin nueve... Su último fichaje, el entrenador del Huracán Z, Antolín Gonzalo. Nuevo informador analista de La Roja, experimentado en fútbol modesto. Pocos le conocen, pero si lo dice Don Vicente, "va a misa".

Escanciar talento. "This is tipical spanish food", dijo Mata a los reporteros de la UEFA mostrando queso y jamón envasados al vacío. Escanciando no hubiese pasado el examen de los sabios de la Denominación de Origen "Sidra de Asturias". La postura recta pero no rígida; el brazo con la botella estirado por encima de la cabeza... Pero a Juanín se le perdona. Exporta al barrio de Chelsea, Soho, Portobello o Camden su tierra. Si la postura fue la adecuada en el centro a la cabeza de Drogba en la final de Champions. Si estudia dos carreras, participa en el Centenario de la Sociedad Matemática Española. Adorador de Camden, ese barrio donde compra discos de los 70 a sus tíos. Y es fijo para Di Matteo de un equipo con pinta a Spanish Chelsea.

Paladeando goles. Maridaje: guisos de pescado, pasta, sopas y cremas, tortillas. Valeria 2010. Un vino, denominación de origen Manchuela, de Fuentealbilla. Elaborado con Chardonnay en bota, por supuesto. Se le adivina un aroma a césped húmedo y competido. Y gusto en boca, con poso, como el del gol de Stamford Bridge. Servicio: entre 6º y 12º. La del Soccer City en el momento en que se hizo el silencio, la calma previa a la gloria, a la del Mundial. La frialdad que marca el tono de piel. La que hay que tener para hacer doble pared con Messi, un sombrero al defensa que se le cruza y batir al portero del Viktoria con un remate raso. Un golazo, el mejor de Champions, del mejor jugador de la temporada. Témpano inmune a la sensibilidad de los rivales. La calidez, Andrés Iniesta, la reserva para su familia, su hija Valeria, sí, el nombre de su vino.