A Mourinho le toca ser entrenador

A Mourinho le toca ser entrenador

Y por lo de ayer es por lo que los entrenadores odian los parones internacionales. Más allá de las lesiones (a veces accidentes, a veces consecuencia de los inevitables viajes de una plantilla llena de estrellas) y del cansancio, es el despiste lo que les pone de los nervios. Mourinho se ha tirado un mes retando a sus futbolistas, leyéndoles la cartilla, buscándoles las cosquillas y finalmente, tras despertar a jugadores que llegaron dormidos de las vacaciones como Benzema y Özil y conseguir ponerles al nivel de exigencia e intensidad que pide a todas horas, va y se piran de minivacaciones para jugar una competición que, al menos según dice Arsène Wenger, nunca podrá compararse a una liga doméstica y con seleccionadores que, más que hacer de polis malos como ha hecho el portugués esta temporada, se dedican por necesidad a cuidar el ego de sus chicos.

Ayer se trataba de ganar porque el equipo volvió a aparecer relajado y agotado: de hecho, jugó peor la segunda mitad que la primera y eso que la primera recordó al inicio de la temporada. Y a partir de ahora le toca a Mourinho ser entrenador, es decir, no darle al futbolista lo que cree que necesita. El Celta no pudo aprovechar las ausencias físicas y mentales del Madrid, pero el Dortmund no perdonará.