El fútbol está lleno de delirio

El fútbol está lleno de delirio

Lo que pasó no cabe ni en un cuento de Monterroso. Cuando despertó el Depor, Messi seguía allí. Pero con lo que no contaba Messi era con el descalabro de la defensa de su equipo, con los fallos de Valdés y de Alba, con el descontrol en el que ahora vive la antiguamente indestructible zaga azulgrana. Así que esos primeros minutos de inspiración insobornable del argentino, asistido milagrosamente por un Cesc pletórico, fueron seguidos por la sucesiva desgracia que mostró el Barça donde más le duele. El partido muestra que el fútbol está lleno de delirio y es también la consecuencia de una poética que reclama suspiro y silencio mientras se desarrolla en el filo de lo imposible.

Que Cesc haya salido del campo al cabo de su mejor partido de Liga, que Alba marcara en propia meta o que se le desmandara a Messi su genio son elementos que asisten a la teórica del delirio como metáfora que hace al fútbol más divertido.