Özil salvó a Mourinho de un estropicio

Özil salvó a Mourinho de un estropicio

Özil la puso en el ángulo de abajo y espantó los fantasmas. Dos a dos. El Madrid enmendó con ese empate su hasta ese instante desarreglada posición en el grupo. Sigue segundo, pero aún podría ser primero y ya difícilmente será tercero. Enmendaba también un partido cuya primera parte regaló, mal plantado y desbaratado atrás, para lucir músculo en la segunda. Con Essien en vez de Modric, que rompe en mohíno, y Callejón en el lugar de un visiblemente disminuido Higuaín (como lo estuvo Cristiano, que evitó esos latigazos de fuera del área que frecuenta) empujó y alcanzó el empate.

De nuevo el lado izquierdo de la defensa fue un coladero. Esta vez el que quedó retratado fue Arbeloa, despistado en el primer gol, coautor (por no decir autor) del segundo. Ayer Mourinho disponía de tres de sus defensas titulares, podría haber compuesto una línea con Arbeloa, Sergio Ramos, Pepe y Nacho, éste como recurso para el lado izquierdo. Su canterofobia le llevó a descolocar a Sergio Ramos y Arbeloa. El resultado no fue mejor que con el mal embarque a Essien en Dortmund. El Madrid tomó dos goles por ese lado antes del descanso, frente al solitario de Pepe, cazado un poco al azar.

Porque encima el Madrid jugó mal, o no jugó, hasta después del descanso. Era irreconocible, sin el vigor que le es propio, con Cristiano e Higuaín en tres cilindros, con el trote cansino de Modric, con Arbeloa inhabilitado para subir. Los cambios pusieron sobre el campo un equipo más vigoroso, en el que lució sobre todo el coraje de Callejón, que compensó las deficiencias de otros, incluido Cristiano, en mala noche. El Madrid fue metiendo al Borussia atrás hasta cazar el empate salvador. Menos mal. Porque con la semana malaje que lleva Mourinho una derrota hubiera sido un verdadero estropicio.