Los precios espantan el miedo escénico

Los precios espantan el miedo escénico

El partido del Bernabéu del martes ofreció un hecho singular: durante algunas fases, el público alemán sonó más que el español. ¿Cómo es eso posible? Había muchos, desbordaron el sector que se suele designar al equipo visitante. Lo hicieron porque quedaron muchas entradas a la venta y viajaron en busca de ellas. Viajaron desde un país que tiene más dinero y en el que a pesar de eso el fútbol es más barato. Los precios del Bernabéu son, para los hábitos alemanes, excepcionales, pero la ocasión lo merecía. A cambio, una España empobrecida se encogió a la hora de comprar esas entradas.

Había más madridistas, claro. Hay muchos euroabonados. Pero esas entradas sueltas para el madridista ocasional, de fuera de Madrid, que acudía entusiasta a estas noches, se van haciendo prohibitivas. Eso es lo que apagó el ambiente del Bernabéu (y el mal juego y el resultado en contra también, es cierto). Y no es exclusiva del Madrid. Está pasando en todos los campos. El nivel adquisitivo se ha encogido y el fútbol ha tardado en reaccionar a ello. En este ejemplar tienen un cuadro comparativo de precios y ocupaciones de los campos que informa de cómo nuestro fútbol andaba despistado.

Digo andaba porque empieza a entender la realidad. Getafe y Rayo bajan los precios, otros clubes preparan ofertas. Y deberán ir más allá. En el presupuesto de los clubes, el taquillaje no es tan significativo (para muchos no significa ni un 25 % del total de ingresos) como para no arriesgarse a ver qué pasa con unos precios más moderados. Y el riesgo verdadero es mantener los precios de los años en que aquí se ataban los perros con longanizas. La Liga va despoblando sus campos. Lo inteligente es bajar los precios, llenar los campos, adecuarse a una nueva realidad. Y gozar otra vez del viejo buen ambiente.