Un país que se juega su prestigio

Un país que se juega su prestigio

Empiezo a tener suficiente experiencia y recorrido internacional para saber que en el mundo se reconoce la capacidad española a la hora de organizar eventos deportivos de alta envergadura, hasta el punto de que desde hace tiempo a España se le exige posiblemente más que a la mayoría de los países. Quizá porque se parte de la base de que nosotros tenemos instalaciones modernas, alojamientos de calidad, excelente red de transporte, y un clima y una población agradables y amenos. Ese prejuicio ganado a lo largo de los años de bonanza se pone en cuestión ahora. El balonmano organiza su Mundial en una época de crisis absoluta, y es el primer gran torneo internacional que asume nuestro país en este escenario tan complicado, y a menos de un año de que se decida si Madrid organiza los Juegos Olímpicos de 2020.

Es un reto de envergadura. Está en juego un prestigio ganado con la ilusión de decenas de deportistas, organismos y aficionados implicados en conseguir lo que se ha dado en llamar 'marca España'. Por eso, a dos meses de que arranque este Mundial que es una especie de conejillo de indias por lo que representa la apuesta, sería un disparate mayúsculo que se le diera la espalda a este animado grupo de personas que lidera Juan de Dios Román en su intento de conseguir el éxito organizativo desde la austeridad.