Rocchi atropella a la razón y al Madrid

Rocchi atropella a la razón y al Madrid

El Madrid ya está en octavos (los cuatro equipos españoles lo están), ese es el lado bueno. Ya no podrá ser campeón de grupo, eso sí, por no ganar el partido de anoche, que bien lo mereció. Lo de ser o no primero tiene la importancia que se le quiera dar. Mourinho y Casillas no se la dan mucho y quizá tengan razón. Si a lo que vas es a ganar la Champions no te paras en sutilezas como si en octavos te cae un campeón o un segundo de grupo, o si cierras la eliminatoria fuera o en casa. Lo que sí es grave es que te arrebaten la posibilidad de ganar el grupo con un arbitraje como el de Rocchi.

Confieso que no le vi nada serio en la primera parte, el caserismo normal en la Champions, dentro de los límites que prescriben las rancias tradiciones de la UEFA. Pero lo de la segunda mitad fue de verdad chocante. La forma en que él, su linier y un juez de gol (o como los llamen) dejaron pasar un derribo de Javier García a Arbeloa en el lateral del área anunció lo que estaba por venir. Y estaban por venir un penalti escamoteado al Madrid, uno regalado al City y varias faltas a Cristiano en las proximidades del área ignoradas. Además del brioso y amenazante uso de las tarjetas, que dejó al Madrid con diez.

Arbitrajes caseros, decía, se ven mucho en la Champions, son casi sustancia de esta competición. Pero consisten en fallar las tres o cuatro jugadas dudosas en la misma dirección y en tener un criterio discretamente dispar con las tarjetas. Pero lo de ayer del segundo tiempo olía a otra cosa. Era sal gorda, de esa que se veía en el fútbol golfo de años atrás, cuando la falta de televisiones facilitaba demasiados desmanes. En el gran fútbol, se ve poco, aunque hay que decir que se ve de cuando en cuando (¿Recuerdan a Ovrebo?) Y se vio anoche. Hay cosas que no parecen un accidente.