La memoria es una fibra, un músculo

La memoria es una fibra, un músculo

Tito Vilanova cultiva el humor, Pep Guardiola era más complejo: mezclaba la ironía con el sarcasmo. Su famoso exabrupto contra Mourinho ("el puto amo") fue una excepción a las reglas. Cuando Pep se enfadaba temblaba el misterio, porque acudía a todas las armas de las que se sintió dotado como futbolista: sus gritos tenían siempre un objetivo, la eficacia, quería desconcertar a los otros incluso elogiándolos, y quería incordiar (en general, "al otro") jugando con su cabreo para que lo escuchara el banquillo. Vilanova no se enfada, pero sabe utilizar el altavoz más singular de los entrenadores: las conferencias de Prensa. Desde ahí lanzó el otro día una duda que no tenía: ¿de qué va a jugar Iniesta? En este esquema, dijo, tan solo puede jugar de extremo. "Tan solo". Él sabe que a Iniesta le podría confiar hasta la portería. Lo que Tito quiere es dar armas a los periodistas para que luego deduzcamos de su duda enormes cataclismos para el equipo.

Luego nos enfrascamos en esas suposiciones, la duda supuesta de Vilanova, cuando en realidad él muestra que tiene claro el esquema que debe utilizar. En Moscú alcanzó la perfección que buscaba, con el equipo que llevaba organizando. Y puso a Iniesta donde le dio la gana y éste jugó como quiso, utilizando el elemento más destacado de su juego: la memoria. Juega de memoria, que es una fibra, un músculo. La belleza dependió de él. Porque sabe que lo tiene Vilanova se permite el humor, que es su arte. Iniesta lo interpreta.