Un talento con estela de récords

Un talento con estela de récords

Cambiemos de pasaporte, aunque sólo sea unos minutos. Sintámonos en Heppenheim como si estuviéramos en casa, con su castillo, su catedral, su riesling de aperitivo. Hagámonos alemanes para imaginar cómo viviríamos un domingo cualquiera frente al televisor. ¿Ya? Pues bien, ya en nuestra nueva piel vemos a Sebastian Vettel con otros ojos. Ya no nos molesta el sonoro "yesss" con que festeja sus victorias, tampoco el puño en alto y la media sonrisa. Su potra ya no es potra, simplemente suerte, que aquí también juega, pues el deporte debe hacerte un guiño ya sea con un triple de Nocioni que escupe el aro (Mundial de Japón 2006) o un balón que Casillas le saca a Robben y acto seguido se convierte en aquel gol de Iniesta que aún cantamos.

Vettel es bueno, muy bueno. Y como alemanes de nuevo cuño, nos sentimos orgullosos de él, con esa estela de récords colgando de su Red Bull como lo hacen las latas en los coches de los recién casados: el más joven en ganar tres títulos mundiales consecutivos (25 años y 146 días), el campeón más joven de la historia (23 años y 135 días), el ganador más joven de un GP (21 años y 74 días), el más joven con una pole (21 años y 73 días)... Y paro. Basta ver su carrera, apenas a los 25 años, para darse cuenta del enorme talento, para que nos sintamos felices por tener a un campeonísimo alemán como él... ahora que somos alemanes. El mismo honor que tendrían los alemanes si en vez de haber nacido en Oviedo, Alonso lo hubiera hecho en Heppenheim. Pasaportes...