David Albelda ha recuperado en la última semana los galones que un día le arrebató Ronald Koeman. La figura del capitán no había sido la misma desde entonces. No al menos con la fuerza de ahora. Albelda tiró la semana pasada del carro del vestuario como le pidió Manuel Llorente tras la destitución de Mauricio Pellegrino y en dos partidos Ernesto Valverde le ha devuelto el rol perdido en el campo. Albelda llevaba un tiempo que iba a la suya de puertas hacia dentro y salvo Voro ningún otro entrenador (por más que jugara) le había dado la importancia que le ha otorgado de primeras Valverde, un técnico que en aquellos tiempos convulsos se lo quiso llevar para Grecia.

Fue durante la primera pretemporada de la era Unai Emery. En Ermelo concretamente. A Albelda por aquel entonces se le veía como un problema (el efímero Azkargorta se lo dijo así de claro) y Unai prefería que no estuviera. En el hotel de concentración el Valencia coincidió tres días con el Olympiakos que entrenaba un Valverde que sabía bien por lo que había pasado Albelda. Y le llamó para reunirse con él en su habitación. Fue allí, en el ala oeste del hotel holandés, donde le hizo la oferta. Albelda le remitió a sus agentes y al club. Pero Vicente Soriano, aconsejado por Damià Vidagany, no solo quería que siguiera sino que además le instó para que volviera a ser capitán. Pero es ahora cuando Albelda vuelve a serlo de verdad.