Mourinho dobló la apuesta y perdió

Mourinho dobló la apuesta y perdió

El regalo de Navidad de Mourinho fue un nuevo desafío, la suplencia de Casillas en Málaga. Otra bronca, otra polémica. Y además salió mal. Hay demasiada distancia entre Casillas y Adán (hay demasiada distancia entre Casillas y casi cualquier otro portero) como para tomar en serio las explicaciones oficiosas: que Casillas no está parando bien, que una advertencia era conveniente. No, eso no cabe. Hay demasiada distancia y ayer se vio. "El portero no tuvo influencia en el resultado", se defendió al final Mourinho. Esa fue la diferencia: Casillas suele tener mucha y muy buena influencia en los resultados.

El Madrid perdió y se va de vacaciones a 16 puntos del Barça y a 7 del Atlético. Eso es lo que hay. El Málaga llevaba treinta años sin ganarle. Aquella victoria resulta tan lejana que desde entonces ha experimentado una refundación con cambio de nombre incluido. La Rosaleda disfrutó de lo lindo con sus Joaquín, Isco y compañía, y cantó a Manuel Pellegrini, el mascarón de proa de esta gran época del club. Todo ello en un partido intenso, de toboganes, en el que el Málaga hizo algunos ratos de excelente fútbol pero se asustó visiblemente cada vez que el Madrid lanzaba uno de sus rugidos de león.

Pero el Madrid es un desorden. Juega a arreones, con Cristiano siempre presto, pero los demás despistados, sin plan, en un barullo. Cada vez son más frecuentes los partidos del Madrid así, confusos al principio, caóticos al final. Ayer acabó con Essien y Callejón como únicos defensas, Sergio Ramos al ataque, Pepe pululando, Kaká haciendo su consabido cameo (parece que se queda, vaya noticia), Modric como un colibrí en una jaula de monos. Sin Casillas en la portería todo eso es un poco más grave, claro. Pero lo verdaderamente grave es comparar este Madrid con el del año pasado. O con el Barça de hoy.