Si algo conozco bien en esta vida, aparte de las gloriosas andanzas de mi mitificada Quinta del Buitre, es el comportamiento del Bernabéu. Hoy, 30 de enero de 2013, me atrevo a vaticinar que vamos a vivir un ambiente que nos recordará los tiempos del miedo escénico de los felices 80. La afición ha recuperado la ilusión y la sonrisa en un arranque de año que aventura una nueva tendencia, alejada de la bronca y los malos rollos vividos hasta hace muy poco. Con el capitán Cristiano al frente (Supermán llevará esta noche el brazalete ante las presumibles suplencias de Marcelo e Higuaín), el Madrid de Mourinho va a plantear un partido eléctrico, racial, pasional, de Champions...
Para que Adán no sufra un asedio, el Madrid debe jugar con valentía, sin miedo, haciendo dos contra uno a Messi (Carvalho y Arbeloa serán boinas verdes en esa misión) y jugando al límite, como si fuese la final de hace dos años en Mestalla. Esta Copa necesita un Rey y sería bueno chafar a los apostantes que creen haber jugado a lo seguro poniendo su dinero a favor del Barça. Mejor. Ir de víctimas hará más dulce la gran victoria.