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Ante la segunda plenitud de Kaká

Ante la segunda plenitud de Kaká

Dos goles rápidos, un expulsado más rápido aún (dos tarjetas en un minuto), setenta minutos de dominio infructuoso del Rayo, ninguna parada de Diego López, tres puntos para el Madrid. Esos son los datos de un partido que no pasará a la historia pero que deja al menos renacer la esperanza de que Kaká aún pueda ser una baza a jugar por Mourinho en el Camp Nou y en Old Trafford, donde pronto encadenará sendos partidos a los que va obligado a ganar. Porque Kaká estuvo bien otra vez, y es la segunda. Dos puntos definen una línea, lo dijo Euclides. Quizá Kaká sigue ahí, después de todo.

Seguramente se va a discutir sobre la expulsión de Sergio Ramos, que sufrió el rigor de Paradas en la primera tarjeta, pero no en la segunda, descuido suyo. Pena, porque resultaba interesante verle de nuevo en la banda: le da al Madrid más subida por ese lado, ahora que sabemos que Varane está para cualquier cosa, y hay una mejora en el juego alto. Sergio Ramos cocinó el segundo gol en la falta que él mismo provocó, y luego voló para cabecear con Javi Fuego colgado de la espalda. Es todo un tipo, pero media expulsión, esa segunda tarjeta, le es achacable. Tiene un punto anarcoide que le lleva a despistes.

Pero estaba en Kaká: veloz, preciso, peligroso en el disparo desde el borde del área, inteligente, implicado, buen socio de Cristiano y Özil. El Bernabéu quiere quererle y se nota. Ayer me pareció que ha alcanzado una segunda plenitud. Con espacios, sí, pero los habrá en el Camp Nou y en Old Trafford. Un jugador así, en condiciones y con ganas (ambas cosas nunca las ha reunido en el Madrid) no es para ser desperdiciado, y menos si Di María sigue sin aparecer. Por lo demás, un nuevo aplauso al Rayo, que pudo hacer daño si Paradas hubiera visto la mano de Coentrao. Pero no era la noche de Paradas.

 

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