Del Bernabéu salieron unos cuantos chavales del Manchester con su prestigio mejorado. Puestos en el más complicado de los escenarios y con obligaciones que iban más allá de las tácticas, se fueron a casa con notas altas. A De Gea se le exigió constantemente y no cometió ni un solo error. Al ariete Welbeck, Ferguson le pidió que presionara sin balón como si se tratara de un mediocentro más. Y Jones tuvo que bailar con la más fea, Cristiano. Su trabajo defensivo fue excepcional y se convirtió, a sus 20 años, en uno de los líderes del equipo: en una ocasión, tras parar al portugués, Carrick le felicitó y éste recibió un gesto reprobatorio de su compañero, como diciendo: "Déjate de tonterías y a seguir currando".
Ayer fue un buen día para ver cómo se desenvolvían ante un equipo muy inglés y rodeado de secundarios. De Gea tenía que defender ante un conjunto que ataca los córners en el área pequeña, y no se complicó. Welbeck (bautizado por Ferguson como jugador de partidos grandes) no dejó de pedir el balón y de moverse con la confianza ganada en Madrid. Y Jones, de lateral derecho, se lesionó. Se fue meneando la cabeza, esperando que no sea una cosa seria. Es crucial para una segunda vuelta que el Manchester planteará como la primera.