Creo que en ese deseo que ha dejado caer el club de pedir la final de Copa en el Camp Nou, hay mucho de responder a la cantidad de presiones que el año pasado recibieron para que cediese el Bernabéu para el Barça-Athletic. Se sabía que había mucho de choteo y de querer regocijarse en el santuario de La Castellana. Florentino mostró su desacuerdo con la Federación y unas obras terminaron por disuadir a los dos finalistas de la morbosa idea. Yo, desde mi humilde posición, también me negué en redondo: "Si quieren venir a reírse de nosotros, que la jueguen en su campo. ¡En nuestra casa mandamos los madridistas!".

Por eso, ahora no puedo caer en el error de dejarme llevar por la euforia generada el martes en el mismo escenario en el que ahora el Madrid planteará jugar la final. Un Madrid-Atleti se debe jugar en la capital de España. Cómodo para las dos aficiones (sea en el Calderón o en Chamartín) y fiesta nacional con ambas hinchadas tarareando el himno sin ambigüedades emocionales. Ir al Camp Nou es ir a burrear a los culés. No lo veo necesario. Ni inteligente.