Para ganar la Liga hay que desearlo y hay que creerlo posible. Anoche me pareció que le pasó eso al Atlético en Málaga. Pudo haberse acostado a nueve puntos y se acostó a once. Hay una barrera sicológica en el ‘diez’ y además el Barça aún tiene que ir al Calderón. Pero tuve la impresión de que el Atlético se está tomando un respiro. Con la clasificación para la Champions bastante asegurada y la perspectiva de la final de Copa, ya da el curso por bien aprovechado. Apretó al final, sí, pero no con la verdadera ansia de quien de verdad persigue a un líder lejano pero metido en problemas.

Porque el Barça está metido en problemas, de eso ya nadie duda. Desde Milán todo ha ido a menos y los jugadores lo saben, de ahí esa reacción desmedida por el penalti, un penalti que apenas les hubiera resuelto la vida. Un punto más, eso hubiera sido todo. Y dos menos para el Madrid, también. Pero el problema del Barça no va de un punto ni de dos, va de que se ha parado, nadie sabe bien por qué. Ha dejado de jugar su maravilloso fútbol de un día para otro, como el que deja de fumar. Todo son dudas ahora, atrás, en el medio y arriba. Y las primeras medicinas (Mascherano, Thiago y Villa) no han funcionado.

El Atlético no persigue, el Madrid está a trece puntos. Ya veo quien me dice que acaso aún... Algo les cuece por dentro a los jugadores del Barça si tienen esa reacción por un penalti cuando están a trece puntos. El fantasma no está enterrado del todo y es natural: se le ha visto al Madrid intentar cosas imposibles y alguna vez lograrlas. También le vimos desplomarse de golpe, perder cinco partidos seguidos (con Queiroz, ¿recuerdan?). El Barça se preguntará si ahora le puede pasar eso a él. Difícil, pero... Y si le pasa, seguro que el Madrid estará dispuesto a aprovecharlo. Porque también el Madrid es ahora otro.