A París sólo le faltaba un equipo de fútbol

A París sólo le faltaba un equipo de fútbol

París, París, ¡oh la, la! Paris, c’est tout, París lo es todo. París bien vale una misa, dijo Enrique de Borbón, el primero que ‘borboneó’, y se convirtió en Enrique IV de Francia. Siempre nos quedará París, le dijo Humphrey Bogart a Ingrid Bergman y redimió con esa frase inigualada a todos los cínicos de la tierra, borbones o no. París, cuna de los ilustrados, escenario de la guillotina, espacio audaz sobre el que Eiffel elevó su torre. Paraíso de bohemios y exiliados. En París pegó su estirón el deporte. Allí nacieron el Tour, los Juegos Olímpicos, el Mundial de Fútbol y la Copa de Europa, hoy Champions. Nada menos.

Y sin embargo a París le ha costado tener un buen equipo de fútbol. Parece mentira, siendo ese país el más centralista de todos. Cuando nació la Copa de Europa el gran equipo francés era el Stade de Reims, de la región de Champagne, el equipo del gran Kopa, el ‘Napoleón del Fútbol’. La caída del ‘champán’ (por competencia del cava catalán, entre otras causas) le hizo venirse abajo. El dominio del fútbol francés erró hasta estabilizarse en una inintersante rivalidad Burdeos-Marsella, o sea, Girondins-Olympique. Faltaba París. Al revés de lo que les pasaba a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman.

Canal + Francia hizo un esfuerzo por apuntalar un gran equipo en París, el París Saint Germain. El nunca bien ponderado Domenech estaba en las entretelas de aquel esfuerzo. De ese impulso emergió algo que acabó por hacer que un jeque adinerado mirara a París con preferencia a Londres (o a Inglaterra), primera obsesión de los de su clase. A ello debemos este PSG, intrigante planta de invernadero cultivada en una ciudad que por sí ha sido capaz de producir de todo menos un buen equipo de fútbol. A eso se enfrenta el Barça, ¡tan distinto! El fútbol hace extraños compañeros de estadio.