Más que la inesperada remontada de un Betis sobrepasado por las circunstancias e incluso la actuación de un Del Cerro Grande más sobrepasado aún, la imagen triste del derbi es la peineta de Pepe Mel. Su gran labor a cargo del Betis no merece otro borrón como ese dedo al aire que sacó no se sabe bien porqué, si por el 5-1 que todavía tiene en la mente o por haberse quejado de los árbitros con tanta fuerza que lo de ayer le dejó mudo, como era de esperar. Peor incluso fue su explicación en la sala de prensa, aunque también era de esperar. Hay que saber aprovechar los momentos de gloria, aunque sea tras empatar ante un rival con diez. Como superó con señorío lo de la ida.

Aparte de todo ello, al Sevilla le deja el partido un sabor agridulce, como el que suele dejar Medel. Su labor es encomiable, aunque su facilidad para poner todo de cara al rival es enorme. Lo de ayer no fue la primera vez. La expulsión, aunque rigurosa, no es muy protestable. Nunca debió caer en la 'invitación' de Cañas, sobre todo tras ver cómo se había pitado el penalti (?) de Fazio. Cuando el Sevilla se quite de encima el mal sabor de boca de empatar con un Betis entregado, debería agarrarse a su fútbol cada vez más creciente. Debería...