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Tito no es un diminutivo

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Hay nombres propios que tienen su identidad potente aunque sean diminutivos. Pero hay diminutivos que son potentes nombres propios. Tito, por ejemplo, Tito Vilanova. Cuando lo señaló la directiva como el sustituto de Guardiola se dijo que era el recambio natural de Pep (otro diminutivo). Es más, se dijo entonces, cuando el Barça siguió jugando según los parámetros de la época prodigiosa, que la carta que se guardaba Guardiola era la que manejaba Tito; para desmerecer al ya exentrenador esa comparación peyorativa llegó a sugerir que quién valía era Vilanova. Tito venía, por cierto, de la enfermedad que sigue padeciendo. Pep y el equipo lo iban a visitar, hicieron todo lo posible porque él siguiera la marcha del equipo como si estuviera en la cancha.

La Liga puso a prueba al sucesor, y éste construyó un continuará que parecía muy satisfactorio. Luego la vida le jugó las pasadas que ya se conocen. Aún así, el equipo ha conseguido (virtualmente) la Liga. Un grave y doloroso traspié ante el Bayern, que fue doble y especialmente dañino, ha dado pie para que ahora Tito parezca únicamente un diminutivo. La precipitación en el juicio es bastante habitual en este negocio del fútbol, pero creo que con Tito nos estamos pasando.