Entre la eternidad y los pitos

Entre la eternidad y los pitos

Primero se quitó el parapeto de la sensatez (Del Bosque). Después, el filtro de Valdano. A continuación modificó la ley electoral para exigir a los candidatos un perfil de millonario único y exclusivo: el suyo. A falta de otras glorias, Mourinho cumplió el papel del malo útil: absorbió todos los golpes. A Florentino ya no le quedan escondites. Cada vez está más cerca de la eternidad, pero también de los pitos. No tendrá oposición en las elecciones porque así lo ha querido. Tampoco contará con la protección del entrenador porque Ancelotti será transparente. No habrá jugadores en los que guarecerse: vendrá Bale y algún otro, pero todavía está pendiente la renovación de Cristiano, paralizada por un problema personal entre jugador y presidente.

Eliminar la crítica no es tener razón. Considerar las opiniones contrarias como ataques a la bandera es un peligroso tic de políticos con chándal. Acertar con los consejeros es tan importante como acertar con los entrenadores. La autocrítica se impone. En la historia del Real Madrid, en sólo siete ocasiones el club ha terminado la temporada sin títulos en fútbol y baloncesto. Cuatro han sido con Florentino en la presidencia y serán cinco de ocho si el equipo de basket no gana este año la ACB. La eternidad también es eso.

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