De Zizou sabemos que fue uno de los mejores jugadores de la historia. A la afición del Madrid, en la primera apuesta galáctica de Florentino, le regaló momentos gloriosos bailando sobre el césped y, sobre todo, el mejor gol jamás visto en una final de la Copa de Europa. No se puede cuestionar su enorme valor como embajador, por su carisma como futbolista y su prestigio. En los últimos tiempos hemos comprobado que es un gran ojeador, como se demostró con Raphaël Varane, y un buen consejero, como se comprobó cuando le dejaron estar cerca de Benzema. Se ve que esta temporada no le ha podido ayudar mucho, porque el francés ha estado a años luz de su talento.

Claro que Zidane suma en el Madrid, pero él quiere ser entrenador. Aceptaría ser el segundo de Ancelotti o dirigir algún equipo del filial. Florentino, por su parte, necesita un director deportivo, o al menos un nexo entre el club y los jugadores. Especialmente ahora que se atisba enorme el hueco dejado  por Mourinho. Pero claro, no se puede ser Valdano y Karanka a la vez y, mucho menos, parecer que da igual 8 que 80. El Madrid necesita un proyecto deportivo serio y sostenible. No puede ser un banco de pruebas para un puesto estratégico en un club de fútbol, ni aunque te llames Zidane.