NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Lo que pide el cuerpo y lo que apetece al presidente

Actualizado a

Cualquiera que haya mantenido algún tipo de relación tormentosa sabe que la curación pasa por la abstinencia o la diversidad. Más que un cambio, el cuerpo reclama lo contrario de lo que le asfixiaba; desorden, si el problema era la pulcritud, o desenfreno, si eran los frenos lo que irritaba. Trasladado al fútbol, y concretamente al Madrid, después de Mourinho apetece Klopp, casi como una reacción instintiva, como una terapia de alegría después de tres años en los que la risa estuvo prohibida. Klopp, además, representa el papel de entrenador emergente, con más títulos por delante que por detrás y simboliza, al igual que Bale o el fallido Neymar, eso que llamamos futuro.Klopp, sin embargo, no entrenará al Madrid (todavía) por dos razones básicas: porque no quiere (aún) y porque no se le ha insistido demasiado.

Descartado Klopp y descartados los entrenadores españoles (lo español resulta poco glamuroso, según parece), Ancelotti aporta un cambio significativo con respecto a Mourinho: no muerde. La docilidad se le aprecia tanto como su brillante currículo, y no debe ser casualidad que su carrera siga las huellas (quemadas) de Mou. Quizá existan mejores opciones de futuro, pero no existe mejor entrenador de presidentes que Ancelotti, tipo inalterable ante cualquier circunstancia: ya le hagan las alineaciones en una servilleta o le fichen a Beckham a mitad de año.

Lo de Heynckes es lo de Arsenio en 1996: una traslación imposible. Ni el Bayern es tonto ni Chamartín es Baviera. De modo que conviene conformarse con Ancelotti y del futuro ya hablaremos otro día.