La seguridad con la que España afrontó y jugó la prórroga fue una nueva demostración del poderío futbolístico y mental de está pléyade de campeones. Es debatible, como todo en el fútbol, la entrada de Javi Martínez de nueve porque no era Torres (buen partido el del Niño) el que estaba más asfixiado, pero Del Bosque sin duda buscó lo mejor para el equipo con esta decisión. España fue España en esa prórroga porque durante los 90 minutos reglamentarios Italia había merecido mejor fortuna en el marcador. La Roja jugó la prórroga con la seguridad de que iba a marcar y con la confianza de que si no lo hacía en la tanda de penaltis estaba en la portería Casillas, nuestro héroe nacional.

Pero no hizo falta que Iker parara ni una pena máxima. No fallaron ni Xavi, ni Iniesta, ni Piqué, ni Ramos, pidiendo calma al público, ni Mata con presión máxima, ni Busquets, que lo tiró de cine. Y Jesús Navas aprovechó el falló de Bonucci. Y ya estamos en la final soñada.