A Scolari no le ha gustado vernos allí

A Scolari no le ha gustado vernos allí

España aterrizó ayer en Río, después de dormir en Fortaleza, la ciudad del partido con Italia, obligación impuesta por la FIFA, que es novedad. Los futbolistas, que duermen mal con el cansancio, los nervios y el dolor del partido, prefieren volar de noche a madrugar el día siguiente, así que esta nueva norma no nos ha venido bien. Brasil nos esperaba cómoda, en Río (ventajas siempre del organizador) y con cierto sentido de culpa, que se escapa en las palabras de Scolari, que hace de menos el sobrecansancio de España. "Tienen un partido menos que nosotros, porque el de Tahití no cuenta", vino a decir.

Quizá. Pero el de Italia cuenta por dos y medio. Italia viajó allí pensando exactamente en ese partido, en el de España, y en él volcó toda su ciencia, su concentración y su mejor esfuerzo. Estuvieron muy por encima de los otros días, el suyo fue un encuentro magnífico que tuvo a España al borde del precipicio, y la obligó a un esfuerzo extenuante. Pero ahora que todo ha pasado, noto que ha venido bien. Este grupo gana con tanta frecuencia, con tal facilidad, con un fútbol tan, digamos, espiritual, que llega a recibir reproches de aburrida. Esta gesta le da una nueva luz. Ganó con la épica que se echaba de menos.

Será, pues, verdad que, como dice Del Bosque con frecuencia, 'todo lo que sucede, conviene'. Una filosofía de vida que viene a significar que el hombre sabio puede extraer consecuencias útiles y ventajas de cualquier imprevisto. En todo caso, ya estamos donde queríamos, en Río para jugar con Brasil, y muy cansados, sí, pero también más prestigiados después del arrimón ante Italia. Y este es a su vez el partido que España llevaba allí en la cabeza cuando arrancó todo: la final en Maracaná ante Brasil. A Scolari, se le nota, no le ha gustado nada que pasásemos. A nadie allí ha gustado. Eso es muy buena señal.