Esto no va a quedar así

Esto no va a quedar así

No quiero sangre. Si viniéramos de los tiempos tenebrosos en los que Cardeñosa erraba un gol a puerta vacía con Leao batido, o cuando aquel robo en el Mundial de Chile-62 en el que anularon un gol espectacular de tijera de Adelardo ante la canarinha, ahora estaríamos rasgándonos las vestiduras y volveríamos a recordar que los españoles somos unos desgraciaos y que no pintamos nada en este circo del fútbol. Pero resulta que venimos de ganar un Mundial y dos Eurocopas con grandeza y un juego que ha sellado un estilo Made in Spain. Ya sé que la final del Maracaná fue un fiasco de dimensiones nucleares, pero es el momento de saber administrar el precio de una derrota tan dolorosa. Recuerdo que tras el Centenariazo del Madrid con el Deportivo en 2002, dijo Valdano: "El luto en el Madrid dura 24 horas". A los dos meses, los blancos levantaron la Novena en Glasgow con Zidane y Casillas en la portada de AS. Pues propongo la misma terapia ahora con España. Aceptemos el justo triunfo de Brasil, les damos la mano y tenemos un año entero para preparar la revancha. En 2014 será otra historia. El reto merece la pena. Hemos perdido la batalla de la Confecup, pero todavía podemos ganar la guerra del Mundial. Sin miedo.

El himno nos mató. Pero seamos sinceros. Desde antes del pitido inicial, ya sabíamos que algo iba mal. El himno de Brasil fue cantado a capella y a pleno pulmón por 76.011 brasileños como si les fuese la vida en ello. Los 76.000 integrantes de la torcida y los once soldados de Scolari corearon la letra de su himno con un fervor, una pasión y una furia que resultó conmovedora para los anfitriones e intimidatoria para los nuestros. España perdió el primer asalto antes de rodar la pelota. Y cuando lo hizo, Fred, emulando a su tocayo de Hollywood (Fred Astaire), firmó un baile de pies desde el suelo que tumbó a Iker, lento en la salida, y aumentó el error de Arbeloa en su amago de despeje fallido. El 1-0 nada más arrancar la final es como si un púgil tumba al enemigo en el primer asalto. No fue un KO definitivo, pero puso alas a un Brasil desmelenado, basado en el músculo de su pareja de colosos centrales (Thiago Silva y David Luiz), un box to box inagotable como Paulinho, un cachas de la Marvel como Hulk y ese Neymar que compagina genialidades (su gol fue espléndido) con actitudes teatrales que afean su hoja de servicios. Cuando Arbeloa le agarró con el brazo para frenar una galopada suya, Neymar se tiró como si le hubiesen pateado el tobillo, que se tocó como si se lo hubieran roto. Será un gran jugador el día que modifique esas conductas alejadas del fair play y del fútbol puro y sin aditivos.

Xabi, no te olvidamos. Ahora entenderán muchos el empeño de Del Bosque en el Mundial de Sudáfrica y en la Eurocopa de Polonia y Ucrania por mantener el doble pivote Xabi-Busquets. Sin el tolosarra y ante equipos rocosos como el de Brasil, la ausencia del 14 madridista se convierte en una sobredosis de falta de autoestima. Por la medular pasaba cualquiera, con un Xavi lento y perdido, sin más tapón que el de un Busquets superado por las horas extras. Para el Mundial de 2014, hay que volver al Plan A. Sí o sí.

¡Volveremos! A la legión de enterradores les digo que disfruten ahora de su patética noche de gloria. No seré yo el que le dé la espalda a este equipo que nos ha hecho tan felices. Perder así nos hará saborear mejor la próxima victoria. No estáis solos, chavales. ¡Ánimo!

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